miércoles, 23 de marzo de 2011

yo voy a parir con mis libros puestos







Del prólogo del informe de la Comisión Nacional sobre la desaparición de personas, Nunca más:


"Durante la década del 70 la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda, fenómeno que ha ocurrido en muchos otros países. Así aconteció en Italia, que durante largos años debió sufrir la despiadada acción de las formaciones fascistas, de las Brigadas Rojas y de grupos similares. Pero esa nación no abandonó en ningún momento los principios del derecho para combatirlo, y lo hizo con absoluta eficacia, mediante los tribunales ordinarios, ofreciendo a los acusados todas las garantías de la defensa en juicio; y en ocasión del secuestro de Aldo Moro, cuando un miembro de los servicios de seguridad le propuso al General Della Chiesa torturar a un detenido que parecía saber mucho, le respondió con palabras memorables: «Italia puede permitirse perder a Aldo Moro. No, en cambio, implantar la tortura».

No fue de esta manera en nuestro país: a los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo infinitamente peor que el combatido, porque desde el 24 de marzo de 1976 contaron con el poderío y la impunidad del Estado absoluto, secuestrando, torturando y asesinando a miles de seres humanos."





No puedo escribir los versos más revolucionarios esta noche 
sentada en mi cama, con un libro de Klimt entre la notebook y mis piernas.
No puedo.
Escribo 30 mil lineas y las borro. Nada alcanza.
La sangre es un líquido que se seca demasiado rápido, decía mi pared, en la época en la que 
a duras penas quedaba espacio para escribir say no more.
No se trata de revolver o aprender del pasado, se trata de la memoria y de la historia de un país.
Se trata de decir Nunca más, pero no de dormirse en los laureles.
El nunca más se vive, y también se hace historia con pinceles y educación.


Esa es mi forma de decir Nunca más.






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Escuchando

1 comentario:

Anónimo dijo...

Brillante, mi queridísima, lau. Comparto tus pensamientos, tus sentires y tus decires, plenamente.
La Delgado