jueves, 26 de septiembre de 2013

Corrí. Corrimos porque perdíamos el avión. Corríamos por el aeropuerto,
pero en realidad después corríamos un bondi y después un tren.
(Las películas son lo más parecido a los sueños, me dijo Kohen)
Cuando llegamos nos dimos cuenta que faltaba un bolso. Estaba Juan ahora.
Volví por él yo sola para hacer más rápido. Pero cuando regresé al punto de encuentro
solo estaban Juan y el bolso (que llegó mágicamente ahí, pues yo no lo traía).
Se fue. Y no pudo darme más explicaciones.
Después me recuerdo llorando con Juan en el 57.

Todavía no logro darme cuenta si me desperté o no.

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