domingo, 18 de diciembre de 2011

desarmar, sangrar, resucitar, perdonar, amar, amar, amar.

Castigo II

Que te sean leves los amaneceres. Que no te conmueva despertarte oliendo a mi perfume.
Que nada te alcance, que todo te sobre, y que te pases los días intentando saber qué es lo mejor.
Que se pudran las hojas secas en la puerta de tu árbol y que los pájaros te canten desde adentro tan fuerte, tan alto, tan puro que no puedas convivir con tu conciencia.
Que las bocinas de los autos desafinen y que la muerte llegue a tus oídos antes que puedas decir sol.
Que los espejos se desarmen si te miran.
Que Buenos Aires  oscurezca más temprano en tu siempre habitada casa abandonada.
Que cuando cierres los ojos para dormir se te claven los míos en la nuca.
Que camines siempre para atrás y que la luz te sea pesada en la mochila.
Que te vuelvas obsceno, relleno de nada  con todo y que al explotar salpiques nada contra mis paredes,
para que el limpiarte sea intrascendente.
Que si te vas te vayas del todo, y no en capítulos
Ala
Capítulos pico
Capítulos pluma
Cuervo.
Que tu canto en la noche suene a melancolía de arrabal. Insaciable lamento. Llanto maternal.
Negro.
Que si te vas, al sur, siempre al sur, te vayas todo. Todo ala, todo pico, todo pluma.
 Si me comés  por dentro, no me compartas. No dejes nada. Y no me preguntes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿y si el cuervo no quiere volar?
¿y si quiere arrancarse las plumas de la tristeza?
ni ala, ni pico, ni pluma.
para éste cuervo no existe más sur que el presente
y vos sos el presente