domingo, 2 de octubre de 2011

tijeras


no había nada para comer la noche que nos reencontramos después de varias sin hablar. la mesa sucia, el plato vacío  y una madre con los ojos secos.  mis pretenciones quedaron reducidas a las pocas migas que estaban a mi alcance. no había nada en el medio. un tango. no dejaba de mirarme como si no quisiera decirme nada y a la vez gritándolo todo. yo no te pedí nacer. pensé sin moverme de la silla, sin mirarla. se acercó despacio y se paró detrás mio. me acarició el pelo. me acarició el pelo un buen rato. lo peinó sin dejar de repetir qué pelo largo que tenés hija, qué hermoso pelo, qué pelo largo que tenés hija, que hermoso pelo. sacó la tijera y empezó a cortarlo sin dejar de repetir qué pelo largo tenés hija, qué hermoso pelo, qué pelo largo que tenés hija, qué hermoso pelo. yo no te pedí nacer. pensé sin moverme de la silla, sin decir nada, sin dejar de llorar.

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