sábado, 10 de abril de 2010

fiesta, comedia y tragedia: que se llama soledad


Apagón.
Suena "Violinista" de Pedro Aznar.
La Luna camina, desorientada, como buscando algo

tras esos cuadros que abrazan las paredes.
Cree que hay vida allí. O quizás cree que alguno de esos personajes
puede devolverle una mirada de compasión.
La Soledad, como una sombra, le pisa los talones.
Encerrada en su capullo espera el momento justo para volar
.
En el escenario, dos guitarras
asumen la llegada de la Luna y la Soledad: Suena en sus cuerdas
La última prosa.
La soledad posa tras un marco dorado que la retiene.
La luna, cantora nocturna, entona, de su autoría:

Miles de agujas se enhebran en cada hilo de mi voz
que se escurre entre tus sueños.
Sueños en los que suelo visitarte desnuda,
vestida,
disfrazada.
Entera o descuartizada.
Armada o desarmada.
Almada o desalmada.
A veces solo escucho el sonido de mi sangre que gotea.
Y el corazón, que no deja de bombear
El tiempo pasa más rápido que los dolores del alma.
Y el colchón de agujas más suave
me lo dan tus silencios
y la soledad,
Esa fúnebre sombra
que nadie quiere encontrarse a la vuelta de la esquina.


(Una hora antes de comenzar, se sucede el primer ensayo con El pianista.
_Lau, este piano está desafinado.

_O.O ¿Y que se supone que podemos hacer a esta altura Fer? Estamos por arrancar...
_Si hay herramientas lo afino ahora mismo.
_O.O
_Bueno, dejá no importa. No toco esta tecla,
ni esta,
ni esta,
ni esta.
_O.O!!! )


Suena Desarma y sangra.
Ella canta.

.

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