Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencia,
a llanto.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.
Huelen a plumas,
a carencia,
a llanto.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.
...las palabras se suicidan.
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