sábado, 13 de marzo de 2010

robo a mano armada, el regreso



III Barco, bicho.


El manotazo de ahogado, la juventud. Las palabras difíciles: alma. Prefiero los imanes cuando se rechazan. Faulkner: Entre la pena y la nada, elijo la pena. Godard: Entre la pena y la nada, elijo la nada.
Me gusta la humedad, sobre todo cuando está en las plantas. Me gusta la hoja que se desenrolla, los helechos. Barco, bicho. El ruido del motor y el agua, el ruido del bicho. La uña que rasca las tripas. El fuego sordo dijo Cortázar. Ruido sordo. ¡Qué mierda de frases! Otra palabra difícil: corazón. El riesgo de ser cursi. Una palabra fácil y difícil: silencio. Una fácil: prejuicio. Le pregunté a Ludmila qué prefiere, si la obligaran a decidir, que muera el padre, o la madre. No sé, ninguno. Dale Ludmila. No sé. Sí, en el fondo uno. Mi mamá es todo, sin mi mamá no soy nada. Ella es mi sostén. Entonces tu papá. No. Sí, tu papá. Ella me preguntó si te faltara qué no podrías vivir. Le respondí que todo se puede dejar. Soltar. Una palabra linda: soltar. ¿Qué no te suelten? No. Es otra cosa. ¿Qué? Action. Motion. Uno pierde la magia. Si en cambio pudiera elegir qué no dejar nunca, sería la magia. Pero ya la dejé. Ahora es cuestión de mentirse. Tenés que dejar todo por un rato de magia. Nunca. Casi. Pensaba que perder la vista sería insoportable. Pero no, perder el tacto sería peor. Escuchar música con auriculares en Capital, bien fuerte, también, es lo mismo. Es como andar debajo del agua en una pileta gigante.

No tengo miedo a nada. Salvo a no poder hacer lo que quiero, ergo, vivo muerto de miedo.

M.L

No hay comentarios: