miércoles, 3 de diciembre de 2008

Insomnio

De fierro,
de encorvados tirantes de enorme fierro tiene que ser la noche,
para que no la revienten y la desfonden
las muchas cosas que mis abarrotados ojos han visto,
las duras cosas que insoportablemente la pueblan.

Mi cuerpo ha fatigado los niveles, las temperaturas, las luces:
en vagones de largo ferrocarril,
en un banquete de hombres que se aborrecen,
en el filo mellado de los suburbios
en una quinta calurosa de estatuas húmedas,
en la noche repleta donde abundan el caballo y el hombre.

El universo de esta noche tiene la vastedad
del olvido y la presición de la fiebre.

En vano quiero distraerme de mi cuerpo
y del desvelo de un espejo incesante
que lo prodiga y que lo acecha
y de la casa que repite sus patios
y del mundo que sigue hasta un despedazado arrabal
de callejones donde el viento se cansa y de barro torpe.

En vano espero
las desintegraciones y los símbolos que preceden el sueño.

Sigue la historia universal:
los rumbos minuciosos de la muerte en las caries dentales,
la circulación de mi sangre y de los planetas.

(He odiado el agua crapulosa de un charco,
he aborrecido en el atardecer el canto de un pájaro.)

Las fatigadas leguas incesantes del suburbio del Sur,
leguas de pampa basurera y obscena , leguas de execración.
no se quieren ir del recuerdo.

Lotes anegadizos, ranchos en montón como perros charcos de plata fétida:
soy el aborrecible centinela de esas colocaciones inmóviles.
Alambre, terraplenes, papeles muertos, sobras de Buenos Aires.

Creo esta noche en la terrible inmortalidad:
ningún hombre ha muerto en el tiempo, ninguna mujer, ningún muerto
porque esta inevitable realidad de fierro y de barro
tiene que atravesar la indiferencia de cuantos estén dormidos o muertos
aunque se oculten en la corrupción o en los siglos
y condenarlos a vigilia espantosa.

Toscas nibes color borra de vino infamarán el cielo;
amanecerá en mis párpados apretados.

J. L. Borges

La lectura ante la pc no cuenta.
Inevitablemente, asi sea un mensaje en el celular,
algo tengo que leer en la cama.
Algo liviano.
No como mi hermanita que está leyendo Mafalda.
"Toda Mafalda".
Ahora me acompaña "La insoportable levedad del ser" que me dispara
un poco de curiosidad por la ambiguedad que se genera,
por lo menos para mi, en los términos peso y liviandad,o levedad.
Tantas veces me quejé de algo "pesado".
De un profesor o una clase pesada.
Del clima pesado.
Y también me encuentro con cosas de peso...
que por tanto me son importantes,
y las que son livianas, andan en patineta.
Pero también algo liviano es algo que no molesta,
que no interfiere,
que no es dificil de soportar, de llevar.
Que no pesa.
Una remerita liviana para el verano.
Una mochila liviana para el viaje.
Y para este tramo ya me encuentro un tanto
mareada y dudosa de todas las reflexiones que sean
medibles con la regla del peso o la levedad.
Termino, como siempre,
concluyendo que todo es relativo.
Muy cómoda, lo admito.
Pero afuera hace frío,y es tarde.








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